El ejemplo más claro de que las músicas fúnebres no tienen por qué ser funestas está en Nueva Orleans. O en el Oeste de África, de donde provienen gran parte de la tradiciones que se reinventaron sobre la diáspora de la vergüenza y el crisol de la esperanza. La tristeza es una forma de honrar al fallecido, pero también la alegría. Y ojo, la alegría es tan capaz de conmover como el llanto más lastimero. Al respecto, les invito a ver este impresionante vídeo: Kerwin James fue un tubista, desde luego muy querido, de una de las bandas típicas de metales en Tremé, el barrio más musical de una de las ciudades más musicales del mundo. Por desgracia, el Katrina lo dejó en coma, y finalmente falleció en 2007.
A lo largo de este blog propondré muchas piezas que los músicos dedican a sus propios compañeros: entre ellas están algunas de las más emocionantes. Cuando Kerwin murió, una veintena de los mejores músicos de Nueva Orleans acompañaron su danza en el féretro. Entre ellos estaba su hermano, también tubista. Un apunte más. Tras horas y horas de jazz en la calle y de animoso baile desde la second line (hasta hay un nombre para eso: el second lining), la policía trató de interrumpir la procesión. Como quiera que los músicos se negaban a dejar de tocar por su amigo, dos de ellos llegaron incluso a ser arrestados. No, esa parte no está en el vídeo… ![]()
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Una cosa rara, donde no hay una sino miles de cosas raras, las halladas por Musicoto en sus exploraciones de YouTube, los anuncios de la tele y hasta los doodles de Google. Quién soy |