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¿Qué poder tienes que, contra mi voluntad, me has hecho levantarme de las profundidades de nieve eterna? ¿No ves que, rígido y demasiado viejo, incapaz de soportar el rigor del frío, a penas puedo moverme y respirar? ¡Déjame, déjame volver a morir de frío! (Texto de John Dryden de El rey Arturo de Purcell, Vidriera de Judith Schaechter, foto de Wikimedia subida por el usuario/a FantasyAngel2)
Tres versiones alternativas os propongo. Si nadie toma la original por alternativa de la de Klaus Nomi, claro, que es tan popular que habrá quien crea que es el auténtico creador de la pieza. Las nombraré como la expresionista (que es la de Nomi), la melancólica (de Sting) y la distópica (de Paris´Click). Al final de la entrada os pido opinión.
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El ejemplo más claro de que las músicas fúnebres no tienen por qué ser funestas está en Nueva Orleans. O en el Oeste de África, de donde provienen gran parte de la tradiciones que se reinventaron sobre la diáspora de la vergüenza y el crisol de la esperanza.
La tristeza es una forma de honrar al fallecido, pero también la alegría. Y ojo, la alegría es tan capaz de conmover como el llanto más lastimero. Al respecto, les invito a ver este impresionante vídeo: |
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suscríbeteEntradas más leídasTodas las entradasotros blogs que molanAncha es su casa, la del culé José Luis, que tiene sección de parecidos razonables, y mucho más, como la del célebre concurso "Qué asoma" o la de "Descubriendo América", de rarezas.
Una cosa rara, donde no hay una sino miles de cosas raras, las halladas por Musicoto en sus exploraciones de YouTube, los anuncios de la tele y hasta los doodles de Google. Quién soy |